La historia de nuestros pueblos es la crónica de muchas mujeres que con valentía y esfuerzo han apostado por el complicado mundo del emprendimiento para contribuir con su labor a mitigar la despoblación. Mujeres que aman la tierra que habitan y que con tesón y sacrifico luchan por salir adelante, por sacar adelante y revitalizar nuestro territorio. Mujeres en realidad que no paran, que viven en pueblos porque les da la gana, que se hacen cargo de negocios que otros no explotan, que cambian de profesión. La gijonesa María del Mar Berjón es una de ellas. Llegó al enclave Cuevas del Agua, a la Ganadería Maella, hace más de una década para darle una segunda oportunidad, “renovarse o morir. Si dependiésemos de la leche ya estaríamos cerrados”.
Y es que la ganadería y el turismo son actividades de la población. En líneas generales, el agroturismo, la esencia del turismo rural, nació para complementar a la actividad agrícola y ganadera, y en tiempos en los que fijar habitantes en enclaves rurales, donde los datos sobre despoblación son funestos, sin ocupación en el sector primario es prácticamente imposible e improbable, hay mujeres que no se rinden a abandonar sus pueblos y deciden reinventarse en esta vertiente pero siempre respetando su actividad inicial apelando a la tradición. Por ello, Mar, y tras la problemática con la recogida de la leche y los precios poco favorecedores, decidió abrir la cuadra de su marido, José Antonio Otero Toraño, y promocionar la actividad ‘Ganadero por un día’.
Se formó en ecoturismo, con capacitación para desarrollar una visita en inglés, y desde hace dos años acoge en su hogar a decenas de interesados en conocer el manejo de la ganadería tradicional lechera en extensivo y de la vida rural asturiana. Mar es un claro ejemplo de evolución y reinvención. La ganadera es guardiana de tradición y costumbres. Tal vez fue por causalidad, pero llegó al agroturismo para hacerlo hogar. Para ponerlo en valor. Para diferenciarlo. “Esto no es una granja escuela ni nada por el estilo. Los animales no se tocan, salvo que ellos se dejen. El ganado no está esperando a que nadie les de comer sino que hacen su vida normal. Aquí no se preara nada. No se cambia nada porque vengan turistas”. La visita concluye con una degustación de arroz con leche “hecha por mí”. Lo que para ella es lo más normal del mundo, la vida en una explotación ganadera, se convirtió para miles de personas en una ventana abierta a la realidad del rural con sus narraciones en formato reel y sus publicaciones en redes sociales. Se lanzó a generar un contenido que ya le ha brindado 6.000 seguidores (@ganaderiainteractivamaella) y que le ha facilitado la promoción de la actividad.
“Tal cual es la vida aquí”
El propósito es mostrar a las familias “tal cual es la vida aquí, con sus contratiempos con las vacas y que los niños disfruten lo máximo posible”. Se trata de visitas con grupos reducidos y en las que se explica, además del manejo, que “somos autosuficientes”.
Las vacas están al pasto todo el día. Solo se estabulan para ordeñar -en la mañana y a la tarde-, a mano y con “una mecedora tradicional”. Además, “no compramos pienso. Hacemos silo y embolamos para el invierno”. La granja la completa un burro y una yegua que “tiran del carro, que utilizamos para llevar agua por los prados, entre otras cosas”.
Con el proyecto de futuro de ofrecer actividades complementarías, trabaja en la obtención del registro sanitario. A corto plazo, la Ganadería Maella transformará su producción lechera en mantequilla que pondrá a la venta en sus instalaciones, y jabón natural. Además, promocionará talleres para hacer requesón: “Soy una ganadera intentando salir adelante”, explica.
Turismo y ganadería es una convivencia con fricciones. Mar reconoce que la actividad es turística es esencial para “tirar para adelante” pero la relación, a veces, es tirante. En muchos casos, “no respetan a los animales. Nos entran en los prados para molestar a las vacas, o nos cierran los pasos incluso teniendo que dejar de abastecer de agua a los prados”. Por ello, se ven en la necesidad de “instalar cámaras para proteger a las reses”.