Susana, la peluquera rural que va de casa en casa

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Por Sabina Rubio

La necesidad agudiza el ingenio. Resulta que en muchos pueblos no hay autobús. Resulta que en ellos residen muchos mayores que ya no disponen de coche propio para desplazarse y dependen de sus familiares para las tareas cotidianas. Hijos que, por otra parte, han tenido que emigrar a grandes ciudades para ganarse el sustento. Pero resulta también que hay personas dispuestas a inyectar ilusión en el medio rural, especialmente luchadoras con objetivos claros: permanecer y afincarse en sus zonas de origen y desarrollar ahí su actividad empresarial. Una de ellas es Susana García López, quien desde hace ocho años se ha echado a la carretera con su peluquería ambulante. Recorre numerosos enclaves rurales del occidente asturiano, y si algo tiene claro es que este modo de vida “es algo que me gusta” y volver a una peluquería al uso “es algo impensable para mí. Ni siendo mía. Un local siempre tiene gastos y tienes que cumplir unos horarios tengas o no tengas gente. Yo me organizo a mi manera y tengo tiempo a todo”.

Dicen que si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Algo así es lo que ha hecho Susana. Esta peluquera de Gamones, concejo de Valdés, consciente de que cada vez los habitantes de los pueblos tienen más problemas para desplazarse -ya sea por la falta de transporte público o por su avanzada edad-, decidió ir ella misma por las casas. Vamos, que si una persona no puede acudir a la peluquería, no hay excusas: ella va a su domicilio. Y, así, todos contentos. Tras trabajar durante tres años en una peluquería de Trevías, en 2012 se quedó sin empleo. Por aquel entonces, “ya hacía algún servicio por los domicilios. Había gente de la zona que necesitaba que acudieras a su casa a cortarle el pelo. Vecinos mayores o con alguna discapacidad”. Y poco a poco “me fue surgiendo más trabajo. Como se fue corriendo la voz de que me había quedado en el paro me fue aumentando la clientela”. Así, y aprovechando “la ayuda a los autónomos me lancé”, ríe, y reconoce que “me va muy bien”.

Lleva desde 2013 peregrinando por buena parte de la geografía rural de Valdés y Salas, además de Tineo, Cudillero y Navia con su coche, “por suerte me gusta conducir”, en el que hace auténticas virguerías para encajar todos los artilugios: la caja de los tintes por aquí, los maletines de ruedas repletos de peines por allá, que si el secador, que si las toallas, que si el lava cabezas, que si los productos de maquillaje, el utillaje para hacer manicura y pedicura… No se le escapa ningún detalle. “Cuando me preguntan qué necesito les explico que con una silla, un enchufe y agua es suficiente. Yo voy con todo”, apunta. Tras el Estado de Alarma, “pensé que las cosas se torcerían. Estaba ante un año en el que no habría bodas y eso reduciría el trabajo. Pero me equivoqué. Tengo mucha más labor y muchos clientes están deseando que yo vaya, no por el simple hecho de cortarles el pelo sino para estar un rato acompañados”. La llaman y le piden cita, “y así estás aquí un pedazo conmigo”, le dicen. Y es que  “noto que, a raíz de coronavirus, hay ancianos que lo está pasando realmente mal porque están solos y solo cuentan con servicio a domicilio por las mañanas. Tienes que adecuar la agenda para que te de tiempo a todo, a tenderles y charlas un poco con ellos”. Por ello, “muchos ya son como familia, que están conmigo desde el primer día, y si necesitan que les lleve algún recado, como pasar por la carnicería, se lo acerco sin problema”. Atiende todos los días de la semana, salvo los domingos, siempre con cita previa, y ahora cumpliendo todas las medidas de seguridad vigentes impuestas por la Covid-19. “Hay personas que trabajan y solo tienen los sábados libres. Así que me adapto”. A través de su Facebook (Peluquería a domicilio Susana) puedes reservar cita y consultar sus servicios.

Clientes que son familia

Susana, a sus 32 años, valora que estas mujeres le enseñan a ver la vida de otra manera: “me educan, me inculcan  lo que es el respeto y trabajar con ellos es muy gratificante”. Ella se siente una privilegiada, dice que su trabajo de peluquera ambulante es “una maravilla” y eso que cuando cursó sus estudios de Peluquería y Estética “nunca pensé que trabajaría por mi cuenta y de casa en casa”. Sin embargo, no volvería a desempeñar otro trabajo si las circunstancias se lo permiten.  Lo dice con conocimiento de causa. Empezó trabajando en Luarca, en una residencia de ancianos. También tiene formación en el sector sanitario como Auxiliar de Enfermería. “Lo peor de mi trabajo es que te cuentan sus problemas  y acabas con mucha pena porque después de años les tomas muchísimo cariño. Creas un vínculo muy estrecho, y cuando se te va alguien…”, muchos de los asiduos rondan o sobrepasan los 90 años. Hombre, mujeres y niños. Hay hogares en los que todos sus habitantes se ponen en sus manos. Los más difíciles, los niños. “Son muy inquietos”. Pero tiene un don especial para ellos, “en el coche siempre tengo algo para ellos y jugando con ellos acabo cortándoles el pelo sin ningún problema”.

Pocas personas como ella saben exprimir mejor el tiempo. Cuando aparca su coche, le gusta atender el huerto, mantenerse al tanto de las tendencias y confeccionar sus propios tocados para bodas y comuniones, aunque “ahora está muy parado porque no hay celebraciones”. No se le pone nada por delante, también limpia unos apartamentos rurales. “Da tiempo a todo, solo hay que organizarse”.