Concha Roldán: “Me apasiona la ganadería y la libertad que hay en el pueblo”

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1964

Menos del 20% de la población española vive en el 90% del territorio. Son los habitantes de las zonas rurales. Vecinos marcados por el envejecimiento -más de un 30% tiene más de 65 años en los municipios más pequeños- y por la masculinización: las mujeres abandonan los pueblos y el campo. Si la situación continúa así, la previsión es que el entorno rural quedará despoblado en unos 20 años, con importantes repercusiones para la agricultura, la ganadería, el medio ambiente y la estructura social. Y aquí es cuando retomamos la tan afamada e incrustada asignatura de la España vaciada. La despoblación se metió en la campaña de las últimas generales y fue capital en la mitad de los 8.131 municipios que eligieron a sus alcaldes donde algunos, valientes, desafiaron las carencias de infraestructuras y de vivienda y lanzaron iniciativas para convertir la España vaciada en la España repoblada. El resultado aun está por ver. Ante este panorama, y todavía con la esperanza que devolvió al campo las restricciones por el Estado de Alarma traducida en pobladores, quizá momentáneos pero hasta el momento asentados, hay un colectivo con raíces arraigadas a su entorno que se resignan a abandonar su tradición y se establecen, con perseverancia, en sus lugares de origen: mantenedores de tradición, guardines de nuestra cultura. Es una mujer joven, fuerte y ajena al que dirán. Concha Roldán, con 19 años, afirma, de manera rotunda, que su futuro está en el campo: “desde pequeña siempre me apasionó el medio rural, la ganadería y la libertad que hay en el pueblo”.

Cuando aun era una niña, le dijo a su padre, José Manuel Roldán, que una vez que finalizara la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), se quedaría en la explotación familiar de vacuno de leche. Seguramente, a esas alturas ella no sabía que aquella decisión de adolescente acabaría de suponer un punto de inflexión en su vida. Y en cierto modo, también en el de su familia, que asegura así la continuidad de un negocio familiar iniciado por sus bisabuelos pasará a sus manos: Ganadería Casa Concha, ubicada en el enclave de Los Corros, término municipal de Valdés, que cuenta con 80 vacas, de las que 20 son de carne y el resto Frisonas. Ordeñan cada segundo día 1.700 litros de leche que despachan a Central Lechera Asturiana. Pendiente de la incorporación, ayuda en las labores de la granja desde que tiene uso de razón. Con un manejo tradicional, las reses están estabuladas hasta medio día que salen al pasto. A las 7 de la tarde “se guardan para empezar con el pienso y ‘catarlas’ con un sistema de ordeño directo”. En cuanto al bienestar animal, la sabia joven con costumbres ancestrales conjugan a la perfección. “Trabajamos con protocolos fitoterápicos que nos ahorran visitas del veterinario y errores que pusieran repercutir en la leche”.

Cuando se habla de vocación ganadera, se habla de sentir pasión por el sector, hacer oídos sordos a problemas y enfrentar los inconvenientes como algo intrínseco a ser ganadero. El verdadero ganadero no se rinde, no se desanima y compensa el sufrir  los aprietos producidos de los vaivenes de los precios del género, el precio del pienso o a las condiciones climatológicas con la satisfacción de ver evolucionar su cuadra a pesar de la dureza de la labor. “Nadie te lo va a venir a hacer aquí. El trabajo lo sudas tu”. Aunque siempre tuvo claro que su futuro estaba vinculado a las vacas, actividad a la que dedica buena parte de su día a día, Concha decidió formarse en primer lugar “porque nunca se sabe qué te puede deparar el futuro. Me fui a Oviedo y estudié un grado medio en Farmacia”. Por ello, “sé lo que es vivir en una ciudad y las facilidades que te puede ofrecer, pero la libertad de vivir en el campo no la cambio por mejores comunicaciones ni por nada y recomiendo la vida rural al 100%”.

Vacas ‘roxas’                                                                   

Reconoce que ante la decisión de mudarse a la capital asturiana, periodo en el que conoció a su compañero, Mario Palacios, natural de Oviedo, y futuro socio en la explotación, su progenitor “se quedó extrañado” pero ante el proyecto de crear nuestra propia ganadería de carne, con Asturiana de los Valles, “está muy ilusionado, y mi madre, Begoña Fernández, también. Sin mis padres nada sería posible. Ellos nos guían, tanto a mi hermana, Vanesa, como a mi, a lo mejor”. De hecho, el CEA “para las ‘roxas’ nos lo pasarán ellos”, que dirigen conjuntamente Casa Concha bajo el paraguas de una Sociedad Civil desde octubre de 2006.

La incorporación la tienen prevista para este año. Están pendientes de las ayudas del Gobierno regional pero “si no salen, el proyecto tirará para adelante” con la peculiaridad de que “si se puede, porque la cosa está muy difícil y están muy escogidos, queremos alquilar un puerto” y practicar así la trashumancia. Un legado familiar que les permitirá “llevar el futuro que queremos”.