Amasando en femenino

0
990

Tenían todas las cartas para seguir siendo las copropietarias marginales, o simplemente ayudantes sin reconocimiento ni cotización, en cualquier explotación agraria o para coger las maletas y marchar a la ciudad en busca de trabajo en el sector de los servicios, en las cajas de un supermercado o en cualquier cadena de producción industrial textil o alimentaria. Era su destino, el mismo al que se han resignado miles de personas ante la falta de posibilidades de empleo en los pequeños pueblos. Sin embargo, frente a esas dos opciones, hay un colectivo importante que ha optado por quedarse en sus zonas de origen y desarrollar en ellas su capacidad empresarial. Destacan las actividades ligadas a la industria agroalimentaria artesanal, utilizando incluso los productos de la zona y en muchos casos los obtenidos en las propias explotaciones. Pero existen valientes que sin contar de cuna con tradición son capaces de convertir una afición, con una pizca de casualidad en esta ocasión, en un modo de vida. ¿Dónde? Donde quiere estar. Donde nació. Donde se crió y ahora, donde desarrolla su capacidad empresarial con dos herramientas indispensables: sus manos. Hace dos años, a la puerta del Estado de Alarma impuesto por el Ejecutivo nacional como medida contra la Covid-19, África Rujas se puso al mando de la panadería La Castañal, ubicada en el enclave que lleva su nombre, en el concejo de Bimenes.

Ella “tenía claro que quería quedarme en mi pueblo. En 2019 se jubiló la antigua dueña de la panadería, Esther de Dios, y decidí quedarme con ella. Lo que no sabía era que meses después vendría la pandemia”, ríe y espera que “este año arranque un poco la situación y ya empecemos hacer ferias como La Ascensión en Oviedo”. Nos atiende, de jueves, mientras enrosca rosquillas. Unas cien docenas. “Estoy siete horas seguidas friendo”, narra, mientras bromea sobre el incremento económico del recibo de la luz: “lo que me salva es que el horno es de leña”.

Y es que destaca que “la panadería principalmente se sujeta de los mercados porque repartir por las tiendas a veces no viene mucho a cuenta. Son rutas muy grandes y muchos kilómetros para quizá dejar un pan en una tienda o dos en otra. La gente aun no está echa a este pan”. Durante la pandemia, “tuve la suerte de seguir trabajando. Dos meses no trabajé el mercado pero fui tirando y salí adelante”. No se rindió, “pero fue duro”. Estudió música, y antes de centrarse en la masa “iba por los pueblos tocando el acordeón. Pero una vez trabajando ya en la panadería me ocupaba mucho tiempo. Me pasaba en el obrador 14 y 15 horas y la música, si que me tiraba porque vengo de familia de músicos, requiere mucha dedicación y tiempo que no tenía”. Además,  “soy una persona tímida y ponerme a tocar delante de la gente me daba mucha vergüenza. Con el trabajo de la panadería además no me tenía que mover”. Desde otro punto de vista, dejó una afición, un arte,  para perfeccionar otra. La aprendiz que en 1997 subió a echar una mano a los antiguos dueños, “me gustó y aquí sigo”. Hoy, como titular, y “por el momento no me arrepiento”.

Su jornada empieza sobre las 7 de la mañana, y se alarga hasta pasadas las cuatro de la tarde. Los lunes son los más laboriosos. Cuenta con la ayuda de su hermana, Sonia Rujas: “tenemos que sacar el pan en hora porque viene el repartidor.” Hornean en moldes más de 300 panes semanales.  El pan es ecológico, no tiene aditivos y se elabora con harina integral y con masa madre, que requiere de una fermentación de 48 horas y para cuya elaboración usa harinas de espelta, trigo y centeno, “y te aguanta una semana”. Mantiene la esencia y filosofía de su antecesora: amasar un producto de calidad  fuente de salud para sus consumidores de manera artesana y tradicional cocido con leña. Además, en su carta hay rosquillas, dos variedades de galletas de trigo y escanda y las tortas ‘Golosas’ de nueces y pasas que además de salir en ruta los lunes y martes hacia Pola de Siero, Oviedo, Gijón, Avilés, Sama, Mieres, El Entrego y Villaviciosa a tiendas especializadas dietéticas y pequeños supermercados, los puedes encontrar asiduamente en el Mercado Artesano y Ecológico de Gijón.